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Cómo Tinder acabó con el apego. Alberto, valenciano de 36 años, lleva un año asi­ como vi­a soltero

by on set.28, 2021, under japan

Cómo Tinder acabó con el apego. Alberto, valenciano de 36 años, lleva un año asi­ como vi­a soltero

«Con Tinder puedes atar en zapatillas desplazandolo hacia el pelo en pijama», dice mientras enseña la foto de una chica de 22 años, morena y no ha transpirado muy atractiva. «En una primera cita sueles estar a horas neutrales, como las ocho sobre la tarde, desplazandolo hacia el pelo en lugares públicos. No las conoces de ninguna cosa, así que De ningun modo se conoce. Ah, y se evitan cenas: eso seri­a más íntimo».

Actualmente, sin embargo, Alberto nunca puede quedar con la atractiva chica del móvil. En el interior sobre unas horas le espera Lidia, con la que lleva escribiéndose varios días. «A veces te desbordan las quedadas, casi te tienes que realizar un Excel Con El Fin De acordarte de los datos de cada ser e por supuesto que a ellas lo cual les pasará multiplicado por tres», continúa Alberto quien, además de Tinder -la app para unir más exitosa-también posee una cuenta en web blogs igual que Adopta un Tío, Meetic yLovoo. «Evidentemente, las posibilidades se multiplican, asi­ como eso seri­a bastante goloso: siempre puedes seguir buscando algo mejor».

¿Tantas posibilidades se traducen en más sencillez de dar con pareja? Nunca necesariamente. La tecnología también nos convierte en seres indecisos y no ha transpirado frustrados. Cuando vamos a un restaurante, un concierto o un trayecto, hacemos una búsqueda exhaustiva (leemos decenas sobre reseñas) Con El Fin De asegurarnos sobre que nos quedamos con el mejor arti­culo. Desplazandolo hacia el pelo, en la era de Tinder, eso se traslada a la búsqueda sobre pareja.

Es lo que el psicólogo Barry Schwartz bautizó como la paradoja sobre la elección. Esa libertad de elección nunca nos permite más libres ni más felices, sino más insatisfechos. Así lo explica Francesc Núñez, sociólogo de la Universidad Oberta sobre Catalunya: «Es esa emoción de tener cada día una destreza recien estrenada desplazandolo hacia el pelo conveniente. Jami?s se cierra la posibilidad sobre continuar tras Con El Fin De ver En Caso De Que encontramos alguna cosa mejor. Aunque si hacemos de la búsqueda del apego algo tan sensato, nunca se encuentra».

Veinte años después, The Meetic Group (que abarca a Match, Meetic asi­ como Tinder) ha traído cinco millones sobre parejas y no ha transpirado un millón de matrimonios, sólo en Europa. Sin embargo todo evoluciona. Hubo caravanas del amor a pueblos aislados, anuncios por palabras en la prensa sobre las 90 -«Amante de el tenis busca compañera para dar paseos»-, páginas para investigar la pareja perfecta -«ojos azules, 30 años, que no fume»- asi­ como hoy por hoy la revolución es Tinder, la aplicación que funciona como las cartas: deslizas el dedo y te quedas con las mejores. Las usuarios rechazan o aceptan candidatos por la cara, con un simple desplazamiento sobre índice. En España, ese deshojar margaritas -«tú sí, tú nunca, tú fiable que sí»- se repite quince millones de veces al día.

Como en España nunca existen aún estudios exhaustivos sobre la búsqueda de pareja en internet, miramos a EEUU, relato de el apego virtual -la alimento rápida nunca fue lo único rápido que inventaron-. Según un estudio del Pew Research Center, la de cada cinco usuarios sobre dentro de 25 y no ha transpirado 34 años ha utilizado muchas página de citas en internet.

El camino de ida y revuelta de el fundador

Sean Rad, ‘cachorro’ sobre parentela iraní criado en Beverly Hills, fue obligado a dimitir igual que máximo jefe de Tinder junto al cofundador, Justin Mateen, por la denuncia de acoso sexual. Sólo ha estado fuera seis meses: el consejo le ha rogado que vuelva -la biografia sobre Steve Jobs se repite- desplazandolo hacia el pelo salve la compai±i­a. Por el trayecto se ha quedado Mateen, aunque Rad dice que continuan estando «amigos». ¿Nos lo creemos?

El susto sobre Clara.

«Creo que un usuario más avanzado que yo se puede sujetar bastante fácilmente. Supongo que también es una de las motivos por las que nunca lo he usado más. Vivimos en el mundo del “fácil y ahora” asi­ como Tinder resulta una clase sobre McDonald’s del sexo: “¿Follamos? Ya que follamos”», opina Clara, madrileña sobre 29 años y que se animó a apuntarse a Tinder por presión de sus amistades. Fueron ellos las que le abrieron su perfil la sobre esas noches en las que se arregla el ambiente desplazandolo hacia el pelo sus desastres sentimentales en un bar. «Protesté, pero según cerré la puerta de residencia me puse a cotillear desplazandolo hacia el pelo a dar me gustas por doquier. En la hora tenía tres conversaciones», recuerda. Después de varios días, Clara decidió mantenerse con un pequeno, Incluso que éste le montó una escena de celos asi­ como empezó a insultarla a gritos. «Tan bestia fue su reacción que volví a morada pensando que me iba a seguir para pegarme. Inmediatamente cerré la cuenta».

Javier,madrileño, gay, sobre 30 años, no ha tenido malas experiencias aunque confiesa que, ante la cifra sobre gente vacante, ha rechazado a chicos «por todo fallo superficial, como que salga fumando o nunca me guste su camiseta». «El problema de Tinder es que lo plantea cualquier igual que un juego», dice. «Si escoges a alguien y no ha transpirado el interés es recíproco, Tinder duda, “¿Quieres seguir jugando?” Deshumaniza bastante asi­ como, como controlas al completo con un dedo, la abundancia sobre posibilidades lleva a decisiones instantáneas basadas en las fotos que ves».

Esta idea también aparece en el texto Modern Romance, del cómico Aziz Ansari y el sociólogo Eric Klinenberg, un éxito editorial en EEUU: cinco meses en la listado de los cinco libros más vendidos. Nunca en la leyenda hemos tenido tantas alternativas para encontrar a la pareja, defiende Ansari asi­ como, sin embargo, somos aptos sobre descartar a alguien por sus gustos musicales o su aparato sobre fútbol.

Este es el testimonio sobre Lara, la chica sobre 28 años: «Decidí ir a muchas citas, unas quince, Con El Fin De charlar unas horas. Luego yo no quería nada más asi­ como la mayoría sobre ellos tampoco me escribieron, igual que si supiéramos que la cosa acababa ahí». «He desechado a chicas por pensar que podía mantenerse con otras más atractivas», cuenta Lucas, de 33 años. «Soy consumidor sobre otras aplicaciones asi­ como, en grupo, te cansas».

Un usuario: “debes hacerte un excel Con El Fin De acordarte de todas las citas”

La tesis sobre Ansari no es nueva. El sociólogo Zygmunt Bauman debido a hablaba de el apego líquido, en el que los lazos humanos son cada oportunidad más frágiles. La socióloga Eva Illouz lo describe así en Intimidades congeladas: «La exclusividad seri­a importante de la economía de la escasez que rigió la pasión romántica. En caso de que la red goza de un espíritu, en intercambio, es el sobre la abundancia y no ha transpirado el trueque. A pesar sobre la abundancia sobre alternativas que brindan los lugares web sobre citas, la de mi?s grande parte de las entrevistados habló de un reiterado sentimiento sobre desilusión». Según el Pew Research Center, el 32% de las internautas estaba en sintonia con la afirmación de que «las citas en internet impiden que la gente quiera sentar la comienzo por motivo de que siempre tienen opciones de tener novedosas citas».


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